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divendres, 23 d’agost del 2013

NUNCA SEREMOS PERFECTOS

Capítulo 19-Melanie- Los problemas insisten en quedarse.

El camarero se va y no noto ninguna diferencia en la cara de Max. Se crea un silencio incómodo, al menos entre él y yo, porque mi hermana juega tan tranquila con los palillos que hay en un vasito en medio de la mesa. Me cruzo de brazos y lo miro. Eso lo incomoda más. Aunque de seguida me arrepiento de haberlo desafiado, pues su forma de romper el hielo es peor que el silencio.
-          ¿Queréis ir mañana a cenar al McDonald’s?- pregunta mirando a mi hermana, y a mí por el rabillo del ojo.
Laia abandona los palillos rápidamente y se vuelve hacia él, con una sonrisa de oreja a oreja y riendo.
-          ¡Sí! ¡Yupiii!- exclama feliz.
No respondo. Él ya sabe mi respuesta y yo ya sé que vamos a ir de todos modos. Así que no hay nada que decir.
Mi hermana sigue con su juego, ahora más feliz. Y Max la mira, satisfecho de lo que ha conseguido. Ya está, ya se ha ganado a mi hermana. Pero yo no voy a ser tan fácil como ella. Porque sé que esto es pasajero y que sólo se quiere aprovechar de mi madre. A mí no me engaña nadie de esa manera.
Poco después el camarero viene de vuelta con las bebidas. Me sirvo un poco de coca-cola en el vaso, le doy un sorbo y me levanto.
-          Voy al lavabo, ahora vengo.
Y me doy la vuelta, ignorando el “Vale” de Max. La verdad es que no podría soportar pasar tanto tiempo con él hasta que nos trajeran la comida. Así al menos puedo despejarme un poco y hacer tiempo hasta entonces. La gente pasa a mi alrededor e intento no empujarla. Aunque me resulta difícil no hacerlo si quiero llegar de una vez al lavabo, que está al final del bar. Cuando llego por fin, abro de golpe la puerta, con tanta fuerza como mi brazo me permite. Noto como le doy a alguien, escucho su quejido y el golpe que se da al caer al suelo. Lo ignoro, ahora no estoy para ayudar a nadie. Nunca he estado así, tan enfadada e irritada como hoy. Y estoy deseando que se me pase, cosa que no va a pasar mientras Max esté cerca. Camino por el corto pasillo hasta llegar a la puerta donde hay una señora dibujada. Entro y cierro. No me siento en el váter, no tengo ganas de mear. Sólo me apoyo en la pica y me miro al espejo con las cejas fruncidas. Le doy al botón para que el agua del grifo empiece a fluir y me lavo la cara con ella. Me seco el rostro con las manos y sigo apoyada en la pica y mirándome.
Así hasta que pasan unos doce minutos. Cuando salgo la persona a la que le he dado el golpe ya no está. Mejor, no quiero más problemas de los que ya tengo. Ahora mismo sólo deseo que esté mi pizza cuatro quesos en la mesa y pueda comer tranquila, ignorando y olvidando a Max por un instante. Pero cuando llego a la mesa no es eso lo que me encuentro. Me siento en la silla. Y es Max el primero en hablar.
-          ¿Qué es eso de la ceja? ¿Sangre? Y tienes el labio hinchadísimo, Melanie. Tu madre y yo nos hemos dado cuenta antes, aunque no hemos querido decir nada porque ya era una situación difícil. Pero estás fatal, Melanie. ¿Es eso un cardenal lo de detrás de la oreja? ¿Qué te ha pasado, Melanie?

Mierda. Con todo esto me he olvidado completamente de la paliza de Axel. Dios… Ahora sí que la he cagado…

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